domingo, 22 de enero de 2012

Corazón solidario

Jueves 12 de enero. Chile, San Clemente, cerca de Talca. El corazón de Lili, o Liliana Palma (16) late cada vez más rápido y fuerte. No es una taquicardia: Lili está arriba de un caballo que, en minutos, la botará al suelo. Ella caerá de cabeza y perderá la vida. Pero su corazón seguirá latiendo. Una semana después, el miércoles 18 de enero, el órgano vital de Liliana es trasladado en un gran operativo a Santiago, al Hospital Clínico de la Universidad Católica. El corazón llega a las 10 de la noche. Horas antes, José Cruzat, hermano de Felipe Cruzat, el niño que murió en 2009 por no recibir un trasplante a tiempo, había sido preparado para la operación que, probablemente, lo mantenga con vida por un mínimo de ocho años más. Tiene el mismo mal congénito de su hermano: una miocardiopatía dilatada. Su corazón se agranda constantemente más que lo normal. Y en algún momento, dejará de funcionar. Ahora, con corazón de Liliana, podrá hacer de todo: correr, saltar, jugar, tener una familia: en fin, vivir. ¿Qué otro argumento se puede esgrimir para ser partidario del trasplante? Liliana no sólo donó su corazón. También hizo lo mismo con otros órganos, lo que les permitió mejorarse a otras cinco personas. También donó, sin quererlo, el ejemplo para todos nosotros.

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