viernes, 8 de julio de 2011

La Alameda de las protestas


La Alameda no era la misma la tarde del jueves 30 de junio de 2011. La cantidad de personas -más de 200 mil-, que ese día protestaron por una educación pública gratuita y de calidad, la hacían ver como un gigantesco carnaval. Un posible hermano pequeño del de Rio de Janeiro. Los originales lienzos y representaciones (como el ataúd y los deudos que recreaban la muerte de la educación), le conferían color y entretención a una manifestación notable, necesaria. Es difícil creer que, en los albores del 1800, esta calle era uno de los brazos del río Mapocho, que fue utilizado por todo el periodo colonial como vertedero. En 1820, después del proceso independentista, el primer dictador del país (o Presidente o Director Supremo) Bernardo O’Higgins decidió convertir el basural en una avenida a la que después pondrían su nombre: “Avenida Libertador Bernardo O’Higgins”. También la nombraron “Alameda de las Delicias”, por su primaria utilización como paseo peatonal para la elite chilena, con juegos, tiendas y variopintos espectáculos callejeros.

Casi 200 años después, en esta misma calle, no sólo la elite está presente. Los hijos de las clases bajas y medias también se mezclan entre cantos, bailes, gritos y pancartas. Todos buscando una igualdad que, llegue o no llegue, es un motivo suficiente para llenar una y otra vez la Alameda.

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